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Los Borgia, 2x03

viernes, 10 de febrero de 2012

Goodbye, doctor House


Ya es oficial. El doctor Gregory House deja de pasar consulta. El creador de House, David Shore, y los directivos de la Fox han decidido que esta temporada, la octava nada menos, será la última del doctor más borde y cascarrabias de la televisión. Una decisión responsable por parte del equipo de la serie por varias razones: las audiencias en USA han descendido peligrosamente; las tramas están muy quemadas (1,2,3 responda otra vez: ¿Qué enfermedad no han tratado ya en esta serie?) y el efecto sorpresa extinguido; la marcha de la doctora Cuddy (siempre estupenda Lisa Edelstein) y las ausencias de Wilson esta temporada han secado lo que mejor funcionaba de la serie, la química-juego entre ellos y el doctor House; y Hugh Laurie (al que mucho me temo le va a acompañar el personaje el resto de su carrera como una losa) lleva varios años diciendo que está cansado de interpretar al doctor y que quiere pasar a otra cosa.

Dejé de seguir esta serie médica a mitad de la quinta temporada, simplemente porque no conectaba emocionalmente con su nuevo equipo de diagnóstico (¿A quién le importa Kutner, Taub o, incluso, Trece?), pero siempre he estado muy atento a su evolución. ¿El motivo? Tiene un rinconcito en mi corazón seriófilo (en el de todos debería tenerlo) porque nació en esa magistral temporada 2004-2005 en la que se estrenaron series que han marcado un antes y un después en el panorama televisivo internacional (Lost, Anatomía de Grey, Mujeres desesperadas). Quizá porque disfruté de su piloto (no lo olvidemos, la primera paciente de House fue Robin Tunney, la Veronica Donovan de Prison Break o la Teresa Lisbon de El mentalista) con uno de mis mejores amigos (médico para más INRI) cuando mi salud estaba un tanto desmejorada, por así decirlo. También puede ser porque con House pudimos disfrutar de la novedosa táctica (por aquel entonces) en nuestra programación de ver los episodios de estreno dos días después de emitirlos en USA. O porque regaló unas audiencias estratosféricas a Cuatro en sus inicios y una imagen de marca que cualquier cadena querría para sí (y que Mediaset se ha encargado de destrozar desde su adquisición). Además, y más importante, no hay que olvidar que introdujo la palabra 'lupus' en nuestro vocabulario. Por eso hay que ser tan fan de esta serie.

House ha sido en estos años una serie con interpretaciones 'de categoría' (que Hugh Laurie nunca haya ganado el Emmy y que Edelstein no haya estado siquiera nominada es un crimen. Así de claro). Ha tenido episodios para enmarcar como, por ejemplo, el 1x21-Tres historias, el 3x12-Un día, una habitación (dirigido por Juan José Campanella), o el episodio doble 4x15/16-La cabeza de House/El corazón de Wilson. Sin olvidarme de recordar lo valiente que ha sido lanzándose al vacío en tirabuzón cuando los guionistas desmontaron en la cuarta temporada de un plumazo al equipo de House y le buscaron nuevas 'víctimas' de una forma, todo hay que decirlo, muy amena. Lo malo es que los sustitutos de los insustituibles Cameron, Chase y Foreman nunca llegaron a estar a la altura.

Por todo esto, y porque sus responsables van a permitir a sus fans despedirse de la serie sin agonías innecesarias, se merecen un aplauso. Goodbye, doctor House. Y gracias por su trabajo.

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